viernes, 6 de mayo de 2011

O los Chili Peppers

La mayoría de la gente se sorprende al enterarse de que el Capsicum (el género que incluye las guindillas: pimiento pequeño y colorido, muy picante) y, en especial, su principio activo, la capsicina, están implicados en más investigaciones científicas que cualquier otro género por separado. Sólo en los dos últimos años se han hecho más de 650 estudios sobre la capsicina, donde se incluyen 114 estudios clínicos en humanos. La mayoría de estos estudios aprovechan el exclusivo mecanismo por el cual la capsicina produce dolor, bien para investigar los mecanismos del dolor o bien para aliviar el dolor crónico. No hay nada más fascinante que el uso de aplicaciones tópicas de crema de capsicina para aliviar el dolor de la artritis. El dolor crónico obliga a los artríticos a usar medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, con graves efectos secundarios. La mayoría de estos fármacos son tóxicos para el hígado, los riñones o ambos. Pero la crema de guindilla no tiene toxicidad apreciable. La irritación y el calor que experimentamos al comer guindillas es porque estimulan a ciertas células nerviosas para que liberen una sustancia química llamada sustancia P (sustancia algógenas “Pani Substance”), responsable de la transmisión de las señales dolorosas dentro de nuestro sistema nervioso. La capsicina desencadena la liberación de este neurotransmisor e inhibe la producción de más cantidad de éste en el organismo. Con el uso prolongado de capsicina se gasta, en parte, la sustancia P de las células nerviosas y así se alivia el dolor crónico (un estado que requiere sustancia P). Los investigadores (Deal y Cols) de la Case Western Reserve University, en Cleveland, evaluaron los efectos de la capsicina, tanto en pacientes con artritis reumatoide como con osteoartritis. Descubrieron un alivio significativo del dolor cuando se aplicaba tópicamente crema con capsicina en las rodillas dolorosas, cuatro veces al día. En la artritis reumatoide, el tratamiento redujo el dolor a aproximadamente la mitad, mientras que en la osteoartritis disminuyó hasta alrededor de un tercio. Los autores concluyen que “la quema de capsicina es un tratamiento seguro y eficaz para la artritis”. La capsicina produce beneficios adicionales en los pacientes con artritis reumatoide, de acuerdo con un estudio de Matucci Cerinic y cols. En el Instituto de Medicina Clínica de Italia. Además de reducir la transmisión del dolor, la capsicina también aumenta la producción de la enzima colagenasa y de prostaglandinas, reduciendo tanto el dolor como la inflamación. Un estudio austríaco, del que informaron O. Partsch y cols. en el Scandinavian Journal of Rheumatology, confirma este resultado. Uno de los resultados más sorprendentes es que nuestros nervios sensoriales producen su propia respuesta antiinflamatoria. La activación de las señales dolorosas que lleva a cabo la capsicina produce la liberación de un poderoso antiinflamatorio natural. Lo confirman los autores de un estudio sueco, señalando que “el resultado proporciona nueva información sobre el posible impacto de la activación nerviosa sensorial durante los procesos inflamatorios, lo que indica que los nervios sensoriales pueden cumplir una función antiinflamatoria”. Lejos de limitarse a la investigación de la artritis, el uso tópico de capsicina puede ser útil en más de una docena de síndromes con dolor crónico, incluyendo neuralgia postherpética, neuroma postmastectomía, distrofia simpática refleja, neuropatía diabética, artritis reumatoide , psoriasis, picor asociado a la hemodiálisis y vestibulitis vulvar. Antibióticos latinoamericanos Los nativos de América Central han desarrollado una extensa materia médica de hierbas medicinales locales para tratar los problemas médicos habituales, una situación común a todos los pueblos indígenas. La investigación moderna sigue encontrando utilidad en estas hierbas medicinales. En la medicina tradicional mexicana se le ha prestado una atención sorprendentemente escasa en los EE.UU., teniendo en cuenta su numerosa y creciente población hispana. Un estudio de la Universidad Autónoma de Baja California Sur informó sobre un estudio realizado con 72 plantas empleadas en el Área Baja. Todas las hierbas medicinales se han utilizado para tratar enfermedades que incluían estreñimiento, heridas infectadas, granos, dolor de riñones, sinusitis por frío, dolor de muelas, fiebre, bronquitis, cistitis, enfermedades venéreas y otras “que podrían estar causadas por microorganismos patógenos “. Se probaron los extractos en cinco microbios, cinco bacterias y la levadura patógena, Cándida albicans. De las plantas evaluadas, sólo tres (el 4% de las estudiadas) eran activas contra la E. Coli, una bacteria habitual en el intestino. Sin embargo, el 18% eran activas contra la Cándida, el 29% contra el Streptococcus faecalis, el 60% contra el Bacillus subtilis y el 76% contra el Staphylococcus aureus. La única planta activa contra los cinco microbios era la Lippia palmeri, un pariente de la Hierba Luisa. La Larrea tridentata, conocida en EE.UU. como Chapot o creosota, era muy activa contra los streptococcus, bacillus y Staphylococcus. Investigadores guatemaltecos han estudiado también las hierbas medicinales usadas tradicionalmente contra las bacterias. Se añadieron 68 plantas para el tratamiento de las infecciones respiratorias a cultivos de importantes agentes infecciosos respiratorios. Este artículo incluye una lista de las plantas según familia, nombre local, partes usadas y referencias bibliográficas sobre el uso de cada una. Los autores comenzaron con una lista de 234 hierbas medicinales, procedente de investigaciones etnobotánicas, 149 de las cuales eran originarias del continente americano. Por desgracia, sólo se probaron 37 hierbas medicinales con los tres microorganismos, pero los resultados generales fueron alentadores. Un 40% de las hierbas medicinales eran activas contra al menos una bacteria. Una planta, el fruto de la Physalis philadelphica, empleada para bronquitis, resfriados y dolor de garganta, era activa contra las tres bacterias. Otros prometedores extractos de plantas mostraron una elevada actividad contra dos bacterias, incluyendo Eucalyptus globulus, Salvia officinalis, Lippia alba y L. dulcis. “Por lo tanto, ahora hay una evidencia científica preliminar del uso popular de algunas de las plantas a las que se supone actividad antibacteriana”. Los autores señalan que los estudios adicionales “permitirán a la comunidad científica recomendar su utilización como alternativa accesible y segura a los antibióticos sintéticos”. Más antivirus Científicos de Utah informaron este año sobre la prometedora actividad antivírica de plantas empleadas en la medicina tradicional de Panamá. Las plantas evaluadas son nombres poco conocidos en EEUU, pero el estudio confirma la justificación racional de su empleo en la medicina indígena. Los resultados más alentadores se produjeron con la Ouratea Lugo y la Trichilia cipo. Otra especie del primer género, la U angustifolia, ha sido utilizada como tónico y estomáquico, mientras que la T. havanensis usaba para el tratamiento de la malaria. La Ouratea Lugo y la Trichilia sacada demostraron poseer la mayor actividad contra los virus del herpes simple 1 y 2 (VHS 1 y VHS2) y el de la estomatitis vesicular (VEV). Los hallazgos tienen especial relevancia porque van más allá de proporcionar indicaciones sobre antivirus de uso potencialmente importante para la medicina moderna. También señalan plantas emparentadas con las especies utilizadas en la medicina tradicional que pueden ser mejores alternativas que las utilizadas. Estas plantas han superado los niveles que se suelen considerar significativos para los antivíricos, reduciendo la infección por VEV hasta un 99.9%. Las dosis utilizadas en las pruebas in vitro estaban muy por debajo de los niveles que podían hacer daño a las células normales (células diploides humanas). Además, como resultaban más tóxicas para las células humanas tumorales que para las normales, los autores destacan que “sus papeles potenciales como agentes antitumorales deberían ser investigados más ampliamente”. “En conjunto, estos datos sugieren que los extractos de las plantas panameñas examinadas contienen componentes que se pueden utilizar con eficacia como agentes antivíricos o antitumorales”. Más pruebas de la eficacia anticancerígena del ajo ha escrito mucho sobre la eficacia anticancerígena del ajo (en apariencia desconocida

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