miércoles, 2 de marzo de 2011

Artritis Reumatoide (AR)

La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad sistémica autoinmune, crónica y discapacitante que se caracteriza por la inflamación crónica de las articulaciones, que produce destrucción progresiva con distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. En ocasiones, su comportamiento es extraarticular: puede causar daños en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos de las articulaciones pudiendo afectar a diversos órganos y sistemas. A causa de la inflamación crónica de las articulaciones y del los efectos extraarticulares se produce el dolor y la rigidez característicos de esta enfermedad.

Las causas del inicio de la AR son desconocidas y sus síntomas pueden comenzar de forma leve y progresiva o pueden aparecer de forma más repentina en forma de brote agudo, estos brotes pueden repetirse a lo largo del tiempo, alternándose con periodos más asintomáticos. Hay datos que sugieren que la AR podría ser desencadenada por una infección en individuos genéticamente predispuestos a ella. Hay factores genéticos que influyen en su aparición, de hecho se considera una enfermedad hereditaria, asi como factores ambientales: genero femenino, tabaquismo, infecciones bacterianas, por micoplasmas o por virus que se han relacionado con la aparición de la AR.
La AR es una enfermedad que afecta a adultos jóvenes en plena edad productiva, que puede aparecer a partir de los 25 años de edad.
El que la enfermedad no sea tratada a tiempo produce un daño irreversible en las articulaciones en los tres primeros años desde la aparición de síntomas, y trascurridos 10 años desde el comienzo de la enfermedad un importante porcentaje de pacientes (hasta un 50%) ya no puede trabajar y están severamente discapacitados, siendo incapaces de realizar tareas sencillas de la vida diaria
Esta enfermedad afecta a más de 250.000 personas en nuestro país. Si nos referimos a toda Europa, la cifra asciende hasta los tres millones.
Debido a que es una enfermedad altamente discapacitante y dolorosa, el deterioro de la calidad de vida en los pacientes con AR es muy importante (similar al deterioro ocasionado por la esclerosis múltiple). La expectativa de vida promedio para un paciente con este tipo de artritis puede verse reducida entre 3 y 7 años y quienes presentan formas severas de esta artritis pueden morir de 10 a 15 años más temprano de lo esperado.
El impacto de la enfermedad se extiende no sólo al paciente, sino también a su entorno familiar y a toda la sociedad. El diagnóstico y tratamiento efectivo de AR en las fases tempranas de la enfermedad retrasa la progresión de la misma, con la consecuente reducción en los costes a largo plazo. La enfermedad dejada a su evolución sin tratamiento, tiene mal pronóstico y acaba produciendo un importante deterioro funcional de las articulaciones afectadas. Es muy importante el diagnóstico precoz de cara a iniciar el tratamiento lo antes posible, ya que los dos primeros años de la evolución de la enfermedad son claves y un control adecuado en este momento mejora el pronóstico funcional de estos pacientes.
El desconocimiento por parte de la sociedad de la AR conlleva que pase largo tiempo desde que se detectan los primeros síntomas hasta que se visita a un reumatólogo, lo cual retrasa el diagnóstico y tratamiento temprano, elementos fundamentales para detener la progresión de la enfermedad.

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