viernes, 4 de marzo de 2011

El tabaco multiplica por cuatro el riesgo de sufrir artritis reumatoide Los cigarrillos son el factor ambiental que más predisponen a la enfermedad En España, hay más de 200.000 personas con artritis

Un cigarrillo consumiéndose. (Foto: Jesús Domínguez)
MADRID.- A todos los daños que el tabaco provoca al organismo hay que sumar uno más, poco conocido hasta ahora. Según un estudio español presentado en el Congreso EULAR (Liga Europea contra las enfermedades Reumáticas), los cigarrillos son un factor de riesgo para padecer artritis reumatoide y tienen la misma influencia en el desarrollo de esta enfermedad que el factor genético más conocido hasta la fecha: el HLA.
El doctor Alejandro Balsa, jefe de Reumatología del Hospital La Paz (Madrid) y uno de los autores del trabajo, explica que "el tabaco es un factor de riesgo para padecer, sobre todo, el subtipo de artritis reumatoide más frecuente y, además, la más grave".
De esta enfermedad se sabe que tiene un componente genético y uno ambiental. Y, aunque estos últimos a veces son difíciles de conocer, en el caso de la artritis el tabaco es el principal factor de riesgo exógeno que predispone a la enfermedad.
Así, el doctor Balsa indica que "un hijo de un paciente con artritis reumatoide que fume tiene un riesgo casi 10 veces mayor que la población general de padecer el trastorno mientras que si no tiene antecedentes en la familia esta cifra será de cuatro veces más".
El estudio que ha llegado a estas conclusiones ha contado con la participación de 566 pacientes (290 con artritis reumatoide y 276 sin la enfermedad) con una edad media de 50 años. El 68% era mujer.

Incapacidad para las actividades diarias

La artritis reumatoide, que padecen 200.000 personas en España y afecta a 20.000 nuevos individuos cada año, es la más incapacitante de las enfermedades reumáticas. Sin embargo, aunque se trata de una patología grave, es desconocida para la mayoría de la población, que muchas veces la confunde con otros trastornos.
Se trata de una enfermedad crónica que causa la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes y a la que sigue, en ocasiones, un comportamiento extraarticular que daña órganos y sistemas como el pulmón, el corazón y el riñón.
Los síntomas más destacados son dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de la movilidad articular, y afecta especialmente a las articulaciones más móviles como las de las manos y los pies, así como muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas.
Asimismo, la inflamación mantenida y no controlada puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones que hay alrededor de la articulación, lo cual conduce a una deformidad progresiva de las articulaciones y a la pérdida para realizar las tareas cotidianas.
La incidencia del trastorno es superior en mujeres que en hombres en una proporción de 3 a 1 y aunque puede afectar a personas de cualquier edad y sexo, preferentemente se da en mujeres de 30 a 50 años.

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